La provincia de Zaragoza, atesora uno de los lugares más visitados y
más mágico de España. El río Piedra, la orografía del lugar, y en parte, la
mano del hombre, han conformado un paraje con unos rincones de una belleza sobrecogedora.
El lugar, se desarrolla alrededor del Monasterio Cisterciense, fundado
en 1194, por doce monjes llegados del Monasterio de Poblet.
Las obras del monasterio, se iniciaron en 1203, y en 1218, estaban lo
suficientemente terminadas, para que se alojaran allí los monjes, que hasta
entonces, se alojaban en las ruinas del viejo castillo de Piedra Vieja. El 16
de diciembre de 1218, se hizo la ceremonia de traslado de la comunidad.
Como curiosidad, decir que, en el monasterio, se realizó, por primera
vez en España, la creación del chocolate, como lo tomamos hoy en día. Hasta
entonces, era una bebida muy amarga, y aquí se le añadió el azúcar, habiendo
llegado hasta nuestros días en ese formato.
De la antigua iglesia, solo quedan algunos restos, pero en el interior
del convento, se conservan la magnífica Sala Capitular, el Claustro, las
escaleras, etc.
Hasta 1835, fue un Real Patronato, hasta su tercera desamortización: el
Decreto de Mendizábal, quien lo administró. Maria Cristina de Borbón, firmó la
disolución de las ordenes masculinas y la desamortización de los bienes
eclesiásticos.
En 1843, los edificios fueron subastados y adquiridos por Pablo
Muntadas Campeny, por 1.250.000 reales.
Don Federico Muntadas, hijo del propietario, no teniendo interés en los
negocios familiares, transformó la huerta del monasterio en unos jardines
paisajistas, y las dependencias conventuales, en una instalación hotelera e
hidroterápica, a lo que añadió la construcción de una piscifactoría, pionera en
España.
Fue declarado Paraje Pintoresco Nacional, el 28 de diciembre de 1945, y
como Monumento Nacional el 16 de febrero de 1983. El 27 de enero de 2010, es
declarado Jardín Histórico.
Gracias al río Piedra, y la erosión de las calizas de la zona, se
conformó un entorno de cascadas, lagos y grutas, que, gracias a senderos y
escaleras, permite a los visitantes, contemplar este paraje singular.
Diversas cascadas, como El Baño de Diana.
Y otras, de
diferentes formas y tamaños.
La Cola de Caballo, con sus 50 metros de caída libre, es la más
espectacular. En esta cascada, se desciende desde su parte más alta, hasta el
pie, por medio de una angosta escalera, escavada en la pared, junto a la propia
cascada.
También posee una piscifactoría, que fue pionera en España.
Uno de los lugares más bellos del lugar, es el Lago del Espejo, situado
en la parte más baja del paraje. Además de los enormes peces que nadan en sus
claras aguas, el paisaje se refleja en la superficie, dándole nombre.
TEXTO: José Casado (JOSAMEZ)
IMÁGENES: José Casado y Olga Perez
DOCUMENTACION: Wikipedia,